Porque es cierto, puede haber sexo sin
amor, sexo desenfrenado en una noche de pasión con personas a las que apenas
conoces pero con las cuales compartes cada centímetro de tu piel por unos
instantes. Y puede haber amor sin sexo, ese amor puro e idílico de los
enamorados que comienzan, de aquellos que no son correspondidos, de los
lejanos, de los incomprendidos. Pero, desde luego, la experiencia más completa
es la combinación de ambas. Y también la más complicada.
¿No es el amor lo suficientemente
complejo de por sí como para encima añadirle otro condimento? Jugamos a
conquistarnos entre medias mentiras y verdades a medias que al final, acabamos
por descubrir nosotros mismos. Moldeamos el carácter, nos arreglamos el pelo,
combinamos mejor la ropa y dulcificamos la voz con tal de lograr nuestro objetivo:
ser amados. Y cuando todo eso está conseguido, cuando el sentimiento os cala a
los dos por igual, cuando a pesar de todo os sabéis enamorados, el sexo puede
convertirse en el mejor modo de demostrarlo, uniéndoos más allá de la piel; o
en la peor barrera. Tal vez por eso antes se llegaba virgen al matrimonio, para
evitar problemas de este estilo hasta que ya fuera demasiado tarde como para
“arrepentirse”. O tal vez por ello había tan pocas personas mayores que
hicieran el amor una vez que tuviesen a su último hijo. El caso es que algo tan
natural, tan sencillo y tan íntimo como el sexo, puede ser la mayor
satisfacción del mundo… o el peor de los problemas.


Lo sensato sería decir que sí. Pero el
sexo no es sensato, por gracia o por desgracia. ¿Se puede llegar a un acuerdo?
Sí, pero a un precio demasiado caro para ambos. Cuando en la pareja una persona
desea algo que la otra no está dispuesta a hacer porque no lo disfruta, porque
no se siente a gusto o, simplemente, porque no quiere, ¿cómo ceder ambos un
poco? ¿Acaso existe ese “poco”? Tal vez se podría pensar que el que desea hacer
algo que el otro no quiere debe “aguantarse”, pues seguro que habrá algo que él
no quiera hacer y la otra persona sí y estarán “en paz”. Pero sería injusto,
porque esa persona tiene derecho a disfrutar plenamente del sexo y tal vez ese
deseo insatisfecho se lo impida para siempre. Puede pensarse entonces que es la
otra persona la que debe ceder, pues mejor será que uno haga algo que no desea
a que otro quede siempre con las ganas. Pero de nuevo sería injusto sacrificar
la felicidad de uno por lograr la del otro. ¿Entonces? Volvemos a buscar el
término medio, en el que ninguna de las dos personas queda satisfecha. Uno, por
no lograr del todo lo que quiere. Otro, por tener que renunciar a parte de sus
principios sexuales. Conclusión: Insatisfechos ambos. Y esta insatisfacción
puede llevar (o lleva, irremediablemente), al fracaso en la cama y al fracaso,
por tanto, de la pareja.
Es curioso. Es la parte menos
comprometedora de todas, el sexo, el sexo que se puede tener con desconocidos
sin más complicaciones, la piel con la piel, besos y algún que otro orgasmo; y
sin embargo, pese a ello, puede ser definitivo en un pareja.
Definitivamente, no podemos decir que el
sexo sea algo único de cada persona y, a la vez, es lo más íntimo y personal
que tenemos. Y aunque sea un acto natural, el fin del mismo puede hacer que
cambie mucho su importancia. Hacer el amor por el simple placer de hacerlo
puede ser sencillo o hace que te enamores de alguien para siempre. Hacer el
amor de verdad, como acto puro e íntimo de amor, puede hacer que te des cuenta
de que necesitas algo más para sentirte satisfecho sexualmente, que algo no va
bien en tu pareja, que hay que hacer un esfuerzo por lograr ese falso “medio”
en el que ambos os sintáis a gusto.
Como todo lo humano, el sexo es
complicado, y quien crea lo contrario es que no comprende realmente el
significado que implica esta palabra. Sin embargo, nadie dijo que fuera fácil.
Y no hay ciencia ni letra que desentrañe los caminos de esta práctica, precisamente
porque es íntima y social a la vez. Lo que está claro es que desnudos no hay
lugar para las mentiras y al compartir tu cuerpo con otra persona puede ocurrir
que el corazón se una para siempre… o decida volar lejos de las pasiones
banales en busca de algo mucho más etéreo e infinito…
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